Introducirse en el cine es más difícil de lo que podría preverse. El primer y quizá más difícil obstáculo consiste en que hemos visto demasiadas películas. La mayoría de ellas han ocultado sagazmente la edición. Y la edición utiliza determinados mecanismos -no tan sutiles- para borrar sus procedimientos y crear la ilusión de continuidad donde no la hay. Las suturas son evidentes y a la vez no lo son, y no importa, porque los procesos de asociación entre partes ya están naturalizados.

El trabajo de la edición de video recurre a dicha naturalización en la lectura que el espectador hace de los cortes. Esto se debe a que para el espectador es más importante la ficción que los procesos que la crean: o, podríamos decir: es más importante la mentira que la verdad. O, inclusive más: la verdad se parece más a la mentira que a La Verdad.

La verdad en el cine está directamente relacionada a lo que llamamos verosímil. Y el verosímil no es verdadero, sino que lo parece lo suficiente como para generar la ilusión de realidad. Jean Luc Godard tenía una frase que lo define a la perfección:

Por ello resulta patente que el espectador prefiere vivir la experiencia de realidad del reflejo más que su materialidad, dándole de este modo un valor superlativo a la articulación de elementos que le dan cuerpo a la ficción.

La edición de video es entonces un proceso muy delicado donde tiene lugar una contradicción. Por una parte la sutura es evidente, pero a la vez, está previsto que el espectador no la perciba como una discontinuidad sino como una articulación.

Analicemos una pequeña serie de recursos de edición que ponen en evidencia la delicada naturaleza de los procesos de articulación que ayudan a crear el verosímil. Podríamos dividir inicialmente el montaje en cuatro funciones:

1. Narrativa

2. Descriptiva

3. Rítmica

4. Expresiva

La dimensión narrativa de la edición se ocupa de crear un orden específico de consecución lógica en una temporalidad lineal. Todas las acciones narradas deben estar relacionadas entre sí por fuertes vínculos lógicos -o no tan fuertes, dependiendo del género y estilo-. No es posible disponer consecuencias antes que sus precedentes ni desarticular esta relación pues si lo hiciera la edición romperíamos el verosímil.

La dimensión descriptiva de la edición, además de estar permanentemente presente se encarga también de ayudar a construir el verosímil puesto que determinan espacios y tiempos donde ocurren las acciones. Lo que sí cabe señalar es que las formas descriptivas, cuanto más puras son, más se acercan al borde del verosímil; por ello, es necesario ser muy precisos al momento de establecer su articulación con las demás dimensiones.

La dimensión rítmica de la edición ya constituye un nivel superior de evidencia de ficción del relato. Pero he aquí la trampa: la edición rítmica está permanentemente funcionando aunque en ciertos momentos sobresalga por sobre el resto de las funciones. Es posible encontrar una división del tiempo en compases en cualquier parte de una película y no sólo allí donde parece hacerse explícita.

La dimensión expresiva de la edición es el nivel más ficcional de un relato puesto que se concentra en dar una determinada forma a cada segmento narrativo. Y más que dar forma podemos decir que "deforma" la naturalidad del verosímil, pero no lo suficiente como para dañarlo ni para desarticular la historia narrada sino para crear sensaciones y/o emociones a partir del uso de las células del lenguaje.

Todas estas dimensiones funcionan permanentemente en simultáneo. Luego, la regulación que hace sobresalir unas sobre otras constituye una nueva dimensión que la edición controla de acuerdo a las distintas necesidades pero con el foco puesto sobre la flexibilidad del verosímil.

Ejercitar la visión de estas dimensiones resulta patente para introducirse en los métodos de construcción de los relatos cinematográficos. 

Son muchas variables y hemos comenzado hablando de una de las más importantes: la edición, pero existen muchos otros elementos más fácilmente visibles cuya percepción no es tan compleja como la noción del montaje, y por eso mismo hemos comenzado por atacar lo más fuerte y a la vez difícil. De otro modo, si no fuéramos capaces de percibir la edición como un proceso invisibilizado, no sería posible acceder al análisis de los distintos criterios de organización de un relato, porque no habría partes articulándose entre sí de distintas maneras para dar forma a distintos géneros y estilos, sino una mera continuidad de sucesos que se narran solos.

En nuestras próximas entradas haremos un análisis particular de algunos efectos de edición que ilustrarán de manera patente los recursos que la edición utiliza para hacerse pasar por verdadera. Y más adelante, nos dedicaremos a otros temas como:

1. Autor modelo - Autor real

2. Cine clásico: fundamentos narrativos.

3. Género y Estilo: falsa dicotomía.

4. Cine de entretenimiento vs Cine de Autor

3. Cine moderno: quiebre y ruptura del modelo clásico.

4. Cine post-moderno: pérdida de todo referente para la construcción de sentido.

5. Cine post-post-moderno: la producción de sentido después de la muerte.

Y muchos otros temas que seguramente serán de gran utilidad para aquellos que ya aman el cine, o para quienes realmente quieren asomarse a descubrir lo que el cine tiene para dar: mucho más que entretenimiento-.

También iremos aportando ejemplos concretos de películas de todos los tiempos para ilustrar conceptos y ayudar de esta manera a la comprensión de cada uno de los conceptos que tratamos.